jueves, 17 de abril de 2014

El día que Robert De Niro decidió dejar el cine

Nueva York. 14 de noviembre de 1995. Es casi madrugada y Robert de Niro entra en su apartamento. Deja las llaves, se quita la chaqueta, se descalza y se encamina al cuarto de baño. El estreno de Casino ha sido positivo. Su binomio con Joe Pesci permanece incólume. Incluso a pesar del exceso de violencia que algunos afean a Martin Scorsese en la película, parece que ha agradado al público. Sharon está estupenda, Pesci borda como siempre el papel de bajito agresivo con tendencias psicópatas, él mismo sabe que ha vuelto a hacerlo; es el mejor.

Bob - hay confianza - empieza a cepillarse los dientes. Y también empieza a reflexionar. Piensa en el joven Vito Corleone, en el reciente Sam Rothstein, en Jake LaMotta, en Jimmy Conway, en Travis Bickle. En tantos y tantos personajes. Quizá la pasta de dientes estuviera contaminada, quizá el catering del estreno habría hecho vomitar a una cabra particularmente promiscua a la hora de comer, quizá se dio algún golpe en la cabeza con el marco de la puerta. El percance, el motivo, la causa lo desconozco. Pero sí sé la determinación que tomó Robert de Niro al salir de ese cuarto de baño. Muy probablemente - esto es conjetural - mientras se desabrochaba la camisa, con la mirada gacha, se dirigió su mujer y le dijo "Grace, he decidido algo. Hablemos claro. Soy el mejor actor del mundo. Ni Dustin Hoffman, ni Jack Nicholson ni su puta madre. Brando está viejo y gordo. No tengo nada que demostrar a nadie. Piensa en las mejores películas desde los 70 hasta hoy, Grace. ¿En cuáles no trabajo? Pues fíjate lo que te voy a decir: no pienso hacer ninguna gran película hasta que me retire. No, no. Te hablo en serio. Estoy aburrido."

Quizá no fueran sus palabras exactas, pero mi tesis particular gira en torno a ese concepto que subyace: Robert De Niro se propuso en su momento "retirarse" del cine y empezar a ganar dinero con las películas. Decisión loable, por supuesto. Pero me interesa más lo artístico en este caso (sólo en este caso). Advertencia: no debe confundirse buena película con gran película. Sobre todo si hablamos de una leyenda viva.

En este lapso de casi 20 años desde el estreno de Casino, y siendo justos, sí es cierto que ha participado en alguna película interesante como Hombres de honor o Sleepers. También comedias entretenidas como Una terapia peligrosa o Los padres de ella Pero ninguna de ellas es una película que esté al nivel de De Niro. Por supuesto que ningún actor (salvando a John Cazale y James Deen por motivos obvios) a lo largo de la historia del cine es capaz de mantener una trayectoria que en su ocaso cuente por obras maestra cada uno de sus trabajos. Pero 18 años sin una gran película son muchos para uno de los actores más carismáticos, talentosos e imprescindibles que hubo y habrá.

Existen otros casos parecidos pero no iguales. Actores de su generación como Dustin Hoffman, Jack Nicholson o Gene Hackman también pueden ser acusados de la misma herejía. Pero con salvedades. Unos han ido espaciando muy mucho sus apariciones fílmicas y otros simplemente se han retirado. Pero el caso que nos ocupa es especial porque De Niro realiza varias películas por año y por tanto su imagen se va degradando porque ninguna, insisto, será recordada cuando pasen las décadas. Para muestra un botón. Mejor dicho, cinco. Cinco películas en las que ha trabajado Robert De Niro que ilustran el declive artístico de uno de los mejores.

                                   
1. Las aventuras de Rocky y Bullwinkle (2000)

Lógicamente no voy a comentar nada. No merece la pena.











2. Un golpe maestro (2001)

Si una película se midiera por la categoría de sus intérpretes hablaríamos ahora de una maravilla del celuloide. Marlon Brando, Robert De Niro y Edward Norton.Tres épocas, los tres máximos exponentes de todas ellas (lástima que el último no supiera o pudiera sostener el pulso en los siguientes años). Puede ser que influyera que Frank Oz estuviera más acostumbrado a las comedias (se recomienda encarecidamente el visionado de Un par de seductores, In&Out o La pequeña tienda de los horrores) que al thriller como en este caso. Un loable y ambicioso intento que finalmente no logró el resultado esperado, a pesar de las grandes expectativas iniciales.


3. Showtime (2002)

Quiero creer que fue un apuesta o algo parecido. Un "No hay lo que hay que tener para hacer una película con Eddy Murphy. ¿Cómo que no? Ya verás". No cabe otra explicación posible. En ocasiones uno lee un guión y puede creer que aquello puede funcionar. Eso es comprensible. Luego será una catástrofe pero no todo pueden ser aciertos. A veces se acierta, a veces se yerra. Pero con Eddy Murphy sólo hay una opción y no es la primera. Todo tiene un límite. Una vez De Niro supo que el príncipe de Zamunda iba a ser su compañero sólo debió contemplar la negativa. Por él, por los suyos, por la sociedad en definitiva. Simplemente dí No a Eddy Murphy.


4. El puente de San Luis Rey (2004)

No te suena y con razón, porque no la ha visto nadie. Película mala de solemnidad, a pesar de contar con un reparto estelar con nombres como Harvey Keitel, Kathy Bates o F. Murray Abraham. La trama no es nada apetecible, los actores parece que han sido engañados para estar allí. Si el cine es entretenimiento, aquí tenemos un antónimo de manual. Un ejemplo muy ilustrativo sobre cómo no hacer cine. Carne de Antena 3 sábados y domingos en la sobremesa. ¡124! minutos de sopor, hastío y meditación para intentar adivinar por qué De Niro dio el Ok a semejante bodrio. Desde aquí una pregunta a su directora y guionista, Mary McGuckian: ¿Por qué?





5. Machete (2010)
Me gustan los desvaríos filmados de Robert Rodríguez. De verdad que sí. Su episodio de Four Rooms es hilarante, Sin City es un prodigio técnico. Hasta la película que nos ocupa es simpática a pesar de su trasnochado punto de partida y lo casi circense que es en general. Pero no. Un Kurt Russell o un Don Johnson habrían agradecido el papel mucho más sin duda. Actores ya instalados en el olvido que agradecen las oportunidades con avidez y voluntad. Los ataques de "culo veo, culo quiero" que Rodríguez sufre con Tarantino volvieron a aparecer. De Niro trabajó con Quentin en Jackie Brown y ya se sabe.  Son como niños. Niños algo tarados, claro. Pero niños.

* Se han quedado fuera películas ciertamente difíciles de clasificar como la reciente La Gran Revancha. Con Stallone. Ambos boxeando. O la decididamente excesiva - sobre todo en el número de películas estrenadas - trilogía de Los padres de... Siendo más rotundo: el día que De Niro empezó a cogerle afición a aparecer en comedias de forma continuada el cine perdió mucho.

Hasta aquí mi alegato. Aún así no quiero terminar sin dejar algo de esperanza. No todo va a ser debacle. Está previsto que en 2017  estrene The Irishman. Una película sobre el mundo de la mafia, dirigida por Martin Scorsese, con Al Pacino y Joe Pesci como compañeros. Muy mal se tiene que dar...

martes, 15 de abril de 2014

La vieja

Antes de todo, lamento el  espacio de tiempo que ha pasado desde mi última entrada. Lamento que haya sido tan corto, quiero decir.

He repasado someramente los contenidos de este blog y me he percatado, no sin sorpresa, que principalmente escribo historias absurdas sobre gatos y autobuses.  Y alguna cosa sobre religión. De ahora en adelante procuraré publicar sobre cine de forma continuada. El blog nació con esa idea,así que esa es mi intención firme. Incluso adelantaré el tema de la próxima entrada: Robert de Niro. Pero hoy vuelve a tocar religión.

No exactamente religión, pero subyace como trasfondo. El caso es que mi postura frente a los eventos religiosos es siempre la misma: sentado en el sofá de mi casa. No acudo a ellos si puedo evitarlo. Centrémonos en la Semana Santa. Soy de Sevilla y por lo tanto, en este asunto el maniqueísmo es radical. Digamos que yo soportaría bullas inhumanas con la mejor de las sonrisas si las imágenes portadas fueran las de Sinatra, Jack Lemmon o George Best.

Decía que si puedo evitarlo no acudo a eventos de este tipo. También es cierto que si la climatología lo permite y mi hastío vital alcanza cotas everstianas, suelo ir un día a ver alguna procesión. Pero como iría un sociólogo o un marchante de arte. Esa es mi actitud. Igualmente, como el fervoroso creyente, debo enfrentarme a la masa.

Hoy me encontraba en una concurrida calle hispalense, presto a divisar una procesión. La que fuera. El camino no fue fácil, la masa es así.  Sobre todo cuando es Sevilla y es martes santo (hacía 4 años que ninguna hermandad sevillana paseaba por Sevilla debido al clima). Empujones, insultos, codazos, pisotones, carritos como si los regalaran con el periódico bisemanalmente,  niños que tocan trompetas de jueguete, niños que tocan tambores de jueguete; niños que tocan cosas, en definitiva.

Después de mi particular via crucis, pero sin crucis, me posicioné en una zona que yo, oh iluso, pensaba sería óptima. Nada más lejos. Empezó el goteo de seres humanos que empezaban a salir de la nada, con sillas plegables, reclamando su "sitio" con una vehemencia fuera de lo lógico. Con vehemencia sí, pero con educación la mayoría de las veces, todo hay que decirlo. La mayoría,  que no todas. Poco a poco
 me iban desplazando hacia mi derecha. Hasta que llegó ella. La llamaremos la señora. Estaba parado durante unos segundos mientras decidía a contrarreloj dónde situarme. No fueron más de 8. Para la señora fue una eternidad. Señora no, era una vieja. Una vieja hija de puta. Tanto es así que al segundo 8 me espetó un dulce y amable: "de aquí te quitas que llevo una hora esperando".

Querida vieja hija de puta:
Mi excelsa educación,  acentuada debido a su venerable y decrépita edad, me impidieron responderle con la misma contundencia a su observación. Pude indicarle que quizá su devoción sea inútil ya que ahí arriba no hay  nadie. Que le reza a la nada, que le profesa amor al vacío absoluto. Que hace usted el subnormal, en definitiva. Pero no lo vi oportuno. Consideré que era injusto humillarla porque muy posiblemente la mayoría de sus hijos estén en la cárcel por méritos propios. Por eso, entre otras cosas, decidí no responder a su grosería,  estimada y adorada vieja hija de puta. Deseo que le vaya bien en la vida. Los 2, 3 meses que le restan a lo sumo.

Un saludo.