viernes, 1 de febrero de 2013

Miedo y asco

"El pobre que es de derechas es un inconsciente"
Mientras un puño amenazador se cierne sobre los que viven de su trabajo y sus escasos patrimonios, el otro rebosa billetes. Se están exprimiendo naranjas de forma minuciosa pero luego se toma café.

Algunos - de los dos o tres siendo optimista - que lean este texto consideraran que es ventajista y parcial. Lo es. Pero esto no es un texto. Esto es un lamento. Es un desahogo. Es un grito en medio de la nada, condenado a la esterilidad pero necesario por decencia, principios y convicciones.

Un cínico es alguien que hace gala de desvergüenza cuando miente o defiende actitudes reprochables.

Los Mariano Boys, incluso los Ansar Boys, están en tela de juicio. Mejor dicho. Asignemos papeles para escenificar la situación. Hoy, el papel del hombre engañado será representado por los ciudadanos trabajadores españoles. Los que no tienen cuenta en Suiza ni palacetes mallorquines. El gobierno PoPular (cuéntame otro chiste) interpretará a la esposa infiel.

El marido sospecha que su mujer le pone los cuernos. Por detalles. Su mujer llega tarde cada noche,siempre despeinada. En su mesita de noche hay una foto enmarcada de un hombre desconocido. Ese mismo hombre come en su casa cada domingo. Son detalles. Pero no hay refutación. Sin embargo un día, el marido llega a casa y descubre los amantes en plena cópula. Y ata cabos. Sustituyan la danza horizontal del amor por el concepto "sobre". La cara del hombre engañado es la que se le quedó a todo español puteado por los recortes en ámbitos intocables como la educación y la sanidad, despidos improcedentes y los servilismos políticos para con los bancos cuando ayer, 31 de enero, vio la portada de El País. Ahí tenemos el asco.

Asco por la frialdad, por la sonrisa mientras se miente, por cómo desdecirse puede ser una práctica sublimada, por cómo la cabeza visible tiene complejo de tortuga y se esconde cuando arrecia el temporal.
El hombre que peor pronuncia insidias envía a sus lugartenientes para que se rían un poco de los medios y de la sociedad española. La que trabaja, insisto. O lo pretende aunque no sea posible. Respecto a este último apunte, un dato. Desde que se filtró y publicó la información que ensucia la honestidad - al menos el hueco - de la cúpula del partido que gobierna (es un decir) España, han comparecido en rueda de prensa algunos de estos lugartenientes: De Guindos, De Cospedal, Sáenz de Santamaría. ¿Conocen ustedes  muchos working class con este tipo de apellidos? Insisto en que esto es un ejemplo de ventajismo. Nos gobiernan mangonean y vilipendian un grupúsculo de señoritos que amparados en su cetro y su trono hacen y deshacen a su antojo. Expertos en colocar a sus familiares y amigos en altos cargos de empresas importantes. Expertos en recibir sobres sin carta. La decencia y la vergüenza son como plantas de interior ajadas. Donde fueres haz lo que vieres, y esa es una práctica habitual en el partido menos popular desde hace, al menos veinte años. Y de ahí deriva el miedo.

Miedo por lo que viene. Porque aferrarse al poder es una disciplina habitual. Porque el y tú más siempre sale a la luz. Porque siempre hay una excusa y alguien que la compre y se la crea. Porque se habla de conspiraciones cuando lo que existe es una corruptela de niveles estratosféricos. Porque la reiteración puede desembocar en normalización. Porque se ríen de nosotros y el enfado nos dura dos días. ¿Si con semejantes escándalos se siguen poniendo excusas con total tranquilidad, qué nos espera?

- Pero oiga, le hemos visto cómo se metía el dinero de la caja registradora en el bolsillo. Encima ha sonreído al dependiente y le ha saludado con la mano mientras se señalaba al bolsillo rebosante de billetes.
- Mire, es una conspiración.

Hunter S. Thompson es el autor de Miedo y Asco en Las Vegas. En España están haciendo una versión libre.

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