miércoles, 13 de agosto de 2014

Bacall

Hubo una época en la que el cine era el Olimpo en la Tierra. En un mismo año se estrenaban películas de Lang, de Hitchcock, de Hawks, de Huston. Durante los primeros treinta años del cine sonoro se sublimó el arte de filmar historias. No hay más allá,  se tocó el cielo. Más que eso, hubo un espacio de tiempo en el que se residió en la excelencia de forma habitual. Pero el declive llega. Los años no perdonan, las enfermedades tampoco. En 1957 Humphrey Bogart murió tras no superar un cáncer.  No llegaba a los 60. Fue el principio del fin. Luego fueron desapareciendo Gary Cooper, Clark Gable... Al lado de una de las mayores estrellas del cine de todos los tiempos -hablo de Bogart- siempre estuvo en sus últimos momentos una mujer, una actriz colosal, otro icono que ha vuelto al Olimpo; Lauren Bacall ha muerto y con ella se cierra un círculo - con permiso de Kirk Douglas -, un ciclo. Lauren Bacall pertenecía a esa estirpe de irrepetibles que durante algunas décadas prodigiosas convirtió al cine en el arte que es. Con Bogart formó una de las parejas más legendarias de siempre.

Apenas instalada en la veintena conoció a Bogart y se enamoraron. Primero vino Tener y no tener, luego El sueño eterno, después La senda tenebrosa y finalmente Cayo Largo. Cuatro películas con su marido, con el padre de sus hijos, con la leyenda, con Rick. Si quieren saber de química no estudien a Pasteur o Lavoisier, es más sencillo. Vean estas películas.  Observen cómo miraba Bacall a Bogart. Pocas veces se ha filmado un enamoramiento doble en el cine, ficción y realidad se dan la mano en Tener y no tener. 

Lauren Bacall hizo grande al cine.

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