miércoles, 11 de septiembre de 2013

Juan, el musicólogo que ejerce en la intimidad

A mí no me gusta la gente. Entendiendo gente como masa informe de individuos que se mueve por impulsos. Me caen mal, no les entiendo. No me gustan.

La gente da la mayoría absoluta al PP. La gente ve Gran Hermano. La gente ve normal que los pantalones arremangados estén de moda e incluso viste así. La gente se pone camisetas de grupos de música de los que no conoce ni una canción o de jugadores de baloncesto de los que no conocen ni el nombre de pila. La gente "piensa de que...". La gente opina de todo sólo porque hablar es gratis. La gente no pone en silencio el móvil. La gente no lee de forma masiva mi blog.

No me gusta la gente, pero sí algunas personas. No está todo perdido. Dentro del mazacote social al que llamamos gente se encuentran personas peculiares que trascienden y se convierten en personajes únicos que hacen la vida más asimilable. Uno de esos personajes es Juan y es mi peluquero.

Mi peluquero es un currante. Destaca en el perfilamiento de patillas, pero su unicidad no reside en su pericia con la tijera. Juan es posiblemente una de las personas en el mundo que más sabe de rock británico y americano de los años 60 y 70. No exagero. Descubrí esa faceta suya después de dos años acudiendo a su peluquería. Hasta ese momento, mis conversaciones con Juan se centraban en el fútbol y poco más. Un día sonó en la radio una canción, seguramente muy buena, que yo conocía y al verbalizar mi conocimiento Juan se sorprendió sobremanera y procedió a explicarme la vida y milagros de todos los miembros del grupo y su trayectoria. Era The Band.

Son casi 7 años yendo al mismo peluquero. Los hay mejores, seguro que sí, pero no conozco a ninguno que por ocho euros te corte el pelo y te dé una clase magistral sobre la época dorada del rock and roll. Juan podría ser crítico musical. Mejor dicho, Juan tiene más conocimientos musicales que muchos de los periodistas que viven de hablar de música. Además es dadivoso. Con cada visita, Juan me obsequia con un disco cualquier de un grupo cualquiera, a mi elección. Sólo tiene que ser un buen grupo. Si es de los 60 o los 70, siempre me dice Juan, es bueno.

Con Juan sólo hay un problema. Pero es subsanable con el tiempo. Juan no sabe inglés. Puede decir el nombre de los componentes de Cream o The Jeff Beck Group - y otros grupos a los que pertenecieron antes o después - pero no los entenderías nunca. Juan sabe tanto de música que puede detallar qué disco sacó The Who en 1971, quién trabajaba entonces como su mánager y cuántas copas había tomado Keith Moon la noche antes de la salida del disco al mercado. Y el nombre del camarero incluso, si deja la tijera durante un momento y reflexiona. Pero insisto, lo que el oído desentrenado entendería serían sonidos prácticamente guturales.

Con el tiempo me he acostumbrado a su pronunciación y he aprendido lo suficiente como para saber que no sé nada de música y nunca sabré. Lo único que sé con certeza es que Juan es único.

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